Soy una llorona. Creo que nací así. Y no es que llore sin sentido o sin motivo, lloro porque tengo razones más que suficientes.
No son lágrimas de tristeza, de esas no quiero hablar, no interesan. Al menos a mi no me interesa contarlo. Las que me gustan, son lágrimas dulces, son bonitas, entrañables, son lágrimas que vienen a la llamada de la emoción.
Me emocionan las canciones románticas, baladas, esas canciones que las escuchas y te remueven por dentro...
Me emociona un mensaje escrito desde el corazón recibido en mi bandeja de facebook (esto va por mi amiga S)...
Me emociona la sonrisa, el olor, y ese cuerpecito que aprieto con dulzura de mi sobrinito que ahora tiene casi seis meses...
Me emociona que sin venir a cuento, mi marido me diga que me quiere cada día más...
Me emociona, que tras hacer un buen trabajo, mi jefe me diga que está contento con mi forma de trabajar, con los resultados y con mi forma de ser...
Me emociona ver que personas anónimas que no conozco de nada, dedique unos minutos de su tiempo no solo a leer los post que publico, sino que me dejan un comentario...
Me emociona ver la infinidad de fotos que tengo, porque han sido etapas de mi vida, momentos vividos que me gusta recordar...
Me emociona ese mensaje de mi amiga P. que me dice que por favor no deje de quererla, que no me puede escribir porque tiene problemas con la conexión y aparte tiene mucho lío en el trabajo, pero que se acuerda de mí...
Me emociona pasear por la playa en invierno y ver como mi Fendi (mi labrador) corre por la arena, se mete en el agua y disfruta, dándome igual si está prohibido, esa imagen no me la quiero perder...
Me emociona ir a la aldea del Rocío y ver a la Blanca Paloma, que me espera, que espera a que le cuente cosas y con solo mirarla me llena de paz, es la suerte que tengo, tenerla en mi ciudad...
Y podría estar así rellenando espacio en la bloggosfera, porque hay infinidad de cosas que me emocionan y quiero seguir sintiendo cosas, quiero seguir sintiendo que los ojos se me humedecen porque soy sensible, porque vivo las cosas en su máxima plenitud, porque no soy dura ni fría, porque no me da vergüenza que me vean llorar, me gusta como soy y no quiero que las circunstancias me cambien...