martes, 29 de diciembre de 2015

2015. Mi balance.

Hablaba el otro día con una amiga sobre este año que se va y decidimos, sobre diez, ponerle nota. Yo lo tuve clarísimo, mi nota un 10 sin peros ni nada. La de ella un 3.

Le digo "¿Solo un tres? Me dice "Sí, no puedo aprobarlo ni raspado". A ver. La puedo llegar a entender. Cada uno cuenta la feria como el va. Y a ella, esta feria que le ha durado un año no le ha ido muy bien. Tiene trabajo y salud. Le falta el amor y las amistades. Le pone ilusión en todo lo que hace, no es pesimista, pero tiene un punto de conformismo que hace pensar que parece que ha tirado la toalla en los aspectos en los que no es feliz.

El amor llega. Hay que pensar que llega. Y puede hacerlo en cualquier momento o en cualquier día. Las amistades se van, te dejan, te abandonan sin saber qué has hecho mal, te decepcionas...pero al igual que el amor, otras amistades vienen y esas o hacen lo mismo que las anteriores o con la madurez se convierten en "los mejores amigos" que jamás tuviste.

Le di ánimos. No hay rachas malas para toda la vida. Las buenas hay que vivirlas y sentirlas a tope y las malas sufrirlas y esperan a que pasen, porque lo hacen.

Mi balance ha sido de 10. He cumplido un año viviendo en la preciosa ciudad de Granada, he conocido a nuevas amistades que me aportan cosas interesantes, gustos diferentes, miras distintas, desarrollo el trabajo que me gusta y por el que me preparé y he vivido experiencias inolvidables. 

A este año le agradezco el montón de kilómetros que me separa de gente que me han defraudado porque no solo se han quedado en el pasado, sino lejos en distancia de mí. 

Y afronto el nuevo año con ganas y con ilusión. Quiero lo que todos, que me traiga cosas buenas, que sea un buen año y si viene con alguna racha regular esperaré a que pase porque las buenas también vienen. 

Feliz 2016. 





Fotos: Pinterest. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Mochilas

Pocholo buscaba con ansia su mochila y yo me deshago de ellas. Las mías son las mochilas emocionales y tengo la costumbre de coger una para cada cosa. La mochila de los amores frustrados, la de las amistades que merecen la pena, la de las que no, la de la familia, la de las cosas que hicimos y la de las de cosas que se quedaron sin terminar. Esas.

Hace un año me mudé de ciudad, de casa, de trabajo y de amigos. Me traje conmigo todas mis mochilas. Me he deshecho de la mochila donde estaban las amistades falsas. Me ha costado casi 15 años darme cuenta que no eran verdaderas. Ha costado 15 años que se les caiga la máscara. Han sido casi 15 años de mi vida compartiéndola con gente que no merece la pena y yo me los traigo en mi mochila. La he tirado al río Genil. Está en Granada, donde vivo. 

Al principio duele descolgarse del hombro esa mochila, pero al final ves que vas más ligero y ese espacio puede ocuparlo algo realmente importante o interesante. Y se trata de que seas feliz llevando el peso que elijas. Y yo elegí no llevarlos a ellos. Los 15 años de amistad falsa también los tiré junto con las ganas de hablar del tema, los reproches, las respuestas ingeniosas que se me ocurren en mi discusión imaginaria...

Prueba. Hazlo. Elimina de tu vida aquello que no te deja continuar. Aquello que te borra la sonrisa, que te preocupa. Aquello que ocupa parte de tu pensamiento, eso que nubla lo que parecía un día radiante. Da igual. Esa gente quedó en el camino (o en el puente donde tirarte la mochila). Esa gente no se preocupa por ti, le da igual si estás bien o simplemente estás. Deja ese sitio a personas que verdaderamente tiene ganas de saber de ti, no solo en tu cumpleaños.

Cambia de trabajo en cuanto puedas si el que tienes no te hace feliz. Con ese familiar con el que rozas o hablas o pasas, dale la importancia que merece. Los amores frustrados son eso, amores que no eran para ti, no merece la pena. Las cosas que no hiciste las puedes hacer todavía porque estás vivo y las que se quedaron sin terminar, o las terminas o las das por terminadas y te centras en otra cosa. Se trata de ir ligero, de no arrastrar cosas por hacerlo, por miedo o pena a dejar un pasado. El pasado es eso, pasado y es mejor afrontar el presente y esperar al futuro con sitio donde guardar cosas chulas y que te hagan feliz.

De verdad, cuesta al principio, pero una vez que te deshaces de ese peso, oye, qué ligero vas y qué bien.



(Foto: Pinterest) 

sábado, 17 de octubre de 2015

Mi parte romántica

Cada vez que mi amiga me dice "estoy en crisis" significa que me va a contar algo delante de una cerveza o de un café. Esta vez su crisis vino casi al medio día y ya no era hora de café. Así que cerveza, unas tapas y a hablar. Antes de contarme su crisis me advirtió que dejara mi parte romántica en la puerta. Necesitaba la opinión dura y pura del drama que venía a continuación.

Y para mí es un drama porque se trata del corazón, del amor, de sentimientos.

Una crisis económica se sobrelleva y se supera, no lloras, te sientes fastidiada, nadie te rompe nada (bueno, sí, te rompen el ritmo de compras). Pero la crisis del corazón, la de los sentimientos, esa, es la peor. Lloras, no ves una salida cercana, todo es azul oscuro casi negro, y tienes un corazón roto.

La cerveza no es el pegamento para unir esos pedacitos pero suelta la lengua y puede aclarar los pensamientos.

Yo no dejé el romanticismo en la puerta porque me niego a creer que no exista una parte romántica en cualquier historia donde hayan estado presente los cuerpos y los sentimientos.

Resumiendo, mi amiga conoce a un hombre, él le deja claro que solo es sexo, que nada de sentimientos y ella acepta, pero los encuentros son numerosos, no solo quedan para hacer el amor sino que se lo cuentan todo, problemas laborales, de familia, de salud, sueños, ilusiones, ganas de verse el uno al otro, intercambio de fotos de todo tipo...besos al móvil de madrugada y por la tarde, buenos días y buenas noches...

Y llega el no controlar la situación. Él se retira sin decirle buenas noches y no le da los buenos días. Meses más tarde recibe un mensaje de "no me olvido de ti", vuelve el silencio y más silencio y muchos meses más tarde otro mensaje de "me he acordado mucho de ti, cómo estás y quiero hacerte el amor".

Exacto. Le dije a mi amiga que él siente algo por ella. Que sigue en su vida.Que no quiere reconocer la verdad, porque no tiene necesidad de querer estar con ella cuando está con la que quiere. Y sé que no debería decirle esto a mi amiga porque ella sí que siente algo por él de verdad. Tiene aún esperanzas de conquistarlo del todo y que llegue ese mensaje de "no quiero perderte, eres todo para mí y quiero estar contigo". Y mientras que eso llega, si llegara algún día, aquí estamos bebiendo cerveza e intentando comprender por qué ese comportamiento. Ese ni contigo ni sin ti, ese ni como ni dejo comer. 

Ella me pide que piense como un hombre pero eso es imposible. Entiendo que solo puede ser sexo, que él no quiera nada con ella formal, pero también entiendo que cuando ya se tocan otros temas como la vida personal, forma de ser, ya pueden aflorar otros sentimientos. Si hay mensajes a deshoras, fotos de cosas que ven que les gustan y lo quieren compartir, creo que hay algo más. Si pasa el tiempo y vuelve...

Le pregunté a un amigo y me dijo que él no quiere nada con ella, que el enamoramiento o algo parecido no llegará nunca. ¿Cómo puede decir eso? ¿Cómo se puede separar el sexo de sentir algo? Lo podría entender si solo quedaran para eso y nada de involucrarse en la vida del otro, pero esa línea ya se pasó y lo mismo que se cruzó al otro lado el corazón puede cruzar también.

Creo que le di esperanzas porque no creo que él no sienta nada por ella. Mi parte romántica cree en el destino de las personas, en la unión de dos corazones que si se conocieron y no se han dejado es por algo. 

Hombres y mujeres. Somos tan diferentes y tan parecidos.

Mi amiga sigue en crisis. Y tiene pinta de ser duradera...

sábado, 12 de septiembre de 2015

Tengo un plan.

Te propongo un plan. Tú eliges.


Ríe a carcajadas.
Llora con ganas.
Baila sin parar.
Canta hasta quedarte sin voz.
Escucha música.
Haz fotos.
Cómete ese pastel que tanto te gusta.
Cómprate unos zapatos o un bolso.
Vuelve a ver esa película que te hizo sentir cosas.
Lee un libro en un banco de una plaza o en una cafetería.
Llama a esa persona y dile que la echas de menos, mañana tal vez sea tarde.
Colorea mandalas. Relajan mucho y despiertan la imaginación.
Dicen que el chocolate produce acné y también felicidad. Cómelo y compra una crema para los granos.
Pon flores bonitas en casa. 
Acércate a ver la inmensidad del mar. 
Sube a una montaña y grita desde lo alto.
Cocina para ti o para más personas.
Abre una botella de vino y brinda por ti, tu felicidad, las cosas que te gustan y las que no.
Regálate un rico perfume. Y maquillaje. 
Compra tarjetas bonitas con mensajes o imágenes. Son para ti.
Ve a un museo. A ver una exposición.
Párate en la calle a escuchar a esos músicos callejeros que te regalan su música. Y su voz.
Decide por ti.
Ama con ganas. Odia a ratos. 
Hazle hueco en tu casa a cosas bonitas.
Vive.
Y quiérete.
Quiérete mucho.

Algún plan de estos que te he dicho tal vez te apetezca hacerlo.

¿Lo hacemos? ¿Lo intentamos?





jueves, 13 de agosto de 2015

Un roto para un descosido

No siempre hay un roto para un descosido. No siempre conocemos a nuestra pareja perfecta, no siempre estamos acompañados, no siempre hay ese alguien especial que nos está esperando. Y hay que ser consciente de eso.

Solemos decir "siempre hay un roto para un descosido" cuando una persona ha tenido un fracaso sentimental y al tiempo está con esa persona que le ha devuelto las ganas de vivir. 

Mientras que he escrito esta última frase se me han venido a la cabeza preguntas como ¿fracaso sentimental? ¿alguien puede devolverte las ganas de vivir? ¿no eres tú quién debe tener esas ganas y buscarlas en ti en vez de en otra persona?

Bueno, que me voy del tema. Volvamos a los rotos y a los descosidos. 

Tengo un amigo que es un bombón. Un bombón relleno. Un bombón que cuanto más lo pruebas más te gusta y te da por pensar qué puñetas hace que no está con otro bombón como él. Mi amigo el bombón tiene 47 años, tiene un buen puesto de trabajo, tiene un piso muy bonito y muy bien decorado, es soltero, no tiene hijos y vive en Madrid. Mi amigo el bombón es muy simpático, agradable en su conversación, culto, le gusta la gastronomía, salir a tomar cañas, tapas y copas, viste bien, mide 1,80 cms y quiere enamorarse. Mi amigo el bombón no es guapo, es corriente pero a que ya eso da igual después de haber leído lo importante. Lo importante es su forma de ser. ¿Tiene algún fallo? Seguramente, como todos, el que yo le veo es su exigencia a la hora de elegir pareja. Quiere una buena mujer, simpática, agradable, divertida, cariñosa, romántica y que no tenga hijos. Ha viajado y viaja mucho, se acerca a las chicas para entablar conversación y conocerlas y...nada. No surge nada. Está abierto a compartir su vida con su descosido ideal y no lo encuentra. Ha llegado al punto de que no le preocupa, que está a gusto con su soledad y no descarta ser un roto para siempre. 

Mi madre tiene una amiga que ya está harta de conocer a descosidos que se cosen con otras o que ya venían cosidísimos de fábrica. Y hablo de una mujer independiente económicamente, simpática, agradable, que le gusta vivir la vida, entrar, salir...y nada. No hay descosido en condiciones para ella. Y prueba, y busca, y se decepciona, y llora y...lo vuelve a intentar.

Podría emparejarla con mi amigo el bombón, pero ella es mayor que él unos años y mi amigo la quiere más joven que él y porque a mí, el trabajo de Celestina jamás se me dio bien.

Así que no es cierto eso que dicen que siempre hay un tiesto para una maceta. Porque no, no lo hay. Puedes ser una flor muy linda pero tu tiesto aún no ha nacido o está soportando a un cardo borriquero. 

Además, solo también se está muy bien ¿no? Podríamos aprender a vivir y a estar así. Y aceptar que la mejor relación que podemos tener es con nosotros mismos.




viernes, 24 de julio de 2015

Nudismo

Desnudamos antes el alma mostrándola tal y como es que el cuerpo. Cuando debería ser al revés. No nos avergüenza mostrar lo que sentimos, lo que odiamos, lo que deseamos, los puntos débiles de nuestro ser, los fuertes...y sin embargo nos cuesta mostrar la piel arrugada, flácida, la barriga, las imperfecciones de un cuerpo que no es perfecto y que se deteriora con mucha facilidad.

He estado un par de veces en una playa nudista. No quise ir, pero mi marido quería sentir la total libertad y él ya había ido anteriormente. Así que lo acompañé. Confieso que soy una naturista a medias, porque solo me deshice de mi parte de arriba del bikini. Y me costó mucho ir hasta la orilla del mar incluso darme un baño. Pensaba que todo el mundo miraría mi no perfecto cuerpo. Pero si yo no miraba a los demás ¿por qué ellos iban a mirarme a mí? El naturista no va a mirar a los demás. No. El nudista va a relajarse, a sentirse libre como nació. No le importa cuánta grasa acumula la persona de la sombrilla contigua o la cantidad de horas de gimnasio del que está un poco más allá.

Iba cogiendo confianza con el paso de las horas. Me levantaba, iba a la orilla, me bañaba y me hacía fotos para mí. Esas fotos no se comparten en ninguna red social. 

Allí, en la playa nudista, pude ver claramente lo que en realidad somos. Vulnerables y todos iguales. Puedes ir andando por la calle con tu vestido bonito, tus zapatos nuevos y tu precioso bolso e ir mirándote en todos los escaparates creyendo y pensando que eres lo más. Aquí, sin nada que mostrar, excepto a ti, eres una persona igual que otra, sensible, fuerte, débil...pero con un cuerpo igual que otro y no eres más que nadie, nadie imagina a qué te dedicas o si te gustan las compras. No hay bañadores de Victoria's Secret ni de Pedro del Hierro. No. Hay un cuerpo lleno de imperfecciones al que se le puede dañar muy fácilmente. 

Seguramente volveré a una playa así, no para descubrir al ser humano. Ya lo conozco bien. Volveré para sentir la libertad sin que nada oprima mi cuerpo imperfecto. 

Pruébalo y ya me cuentas. 

lunes, 1 de junio de 2015

Vivir el momento

Escuché hace unos días en una serie de televisión que deberíamos vivir el momento pensando que una bomba va a explotar en cualquier momento o al final del día. Me pareció algo exagerado porque vivir con esa presión y tensión debe ser horrible. Pero mirándolo de otro modo nos haría disfrutar de las cosas más intensamente.

Hace dos noches subí al mirador de San Nicolás por la noche. No había subido por la noche desde que hace siete meses ya que vivo en Granada. No estaba planeado y eso es lo mejor. No planear qué hacer un sábado por la noche para que todo salga perfecto. Empezamos yendo a bares a tomar una cañas y unas tapas. Y luego, como el clima era perfecto nos subimos a un autobús y en unos minutos estábamos disfrutando de unas vistas maravillosas con Granada a nuestros pies.

No había nubes, no hacía frío y la gente que estaba allí hablaba tan bajito que apenas había ruido. La Alhambra iluminada y miles de lucecitas alumbraban una ciudad que me está enganchando.

Al mirar la inmensidad de ese paisaje, de verme allí arriba pequeña y grande a la vez, solo podía pensar en lo afortunada que me siento por vivir todos esos momentos, por ver esa parte de nuestra historia, por tener la oportunidad de disfrutar de una noche así. 

En esos momentos me daba igual que haya personas que no quieran saber de mí, me daba igual lo que puede pasar mañana, me daba igual lo que estaban haciendo otros o dónde estaban. Sentía que estaba en el mejor lugar del mundo por lo que estaba viendo y viviendo. Por la noche tan perfecta que me regalaba la vida.

Y si cuando he vivido momentos desagradables los he sentido a tope ¿por qué no exprimir los buenos? ¿Por qué no respirar fuerte y llenarnos de esa felicidad? Tenerla ahí de reserva para cuando venga un bache sacar algo y sonreír aunque sea unos minutos.

Disfrutar de un café en una cafetería bonita, leer un libro en un banco de una plaza con gente, ver escaparates bonitos, duchas con geles de olores ricos, paseos sin prisas, comprar postales con mensajes o imágenes que te llevan a otro sitio, hacer fotos y luego compartirlas o tenerlas para ti, escribir lo que se te ocurra, comprar pasteles, beber un té con sabor a chocolate...

Todo esto como si fuera el último día de nuestras vidas.



lunes, 13 de abril de 2015

Las cicatrices ¿sanan?

Dicen que si algo está para ti viene tarde o temprano a tu vida. Trabajo, amor, oportunidades nuevas...y los amigos que se fueron. Sí, es todo verdad. Lo digo por experiencia. 

Y no está mal eso de que los amigos que se fueron vuelvan siempre y cuando hayan sido eso, amigos. De los de verdad, incondicionales, de los buenos. Pero si son de los que en tu momento más triste no han estado ¿quieres que vuelvan? ¿Por qué haces eso destino? Si esa herida que tienes tardó en cicatrizar ¿para qué abrirla? 

Pues así estoy yo. Tengo una herida que cicatrizó pero por un lado está casi sangrando de nuevo. Lo mío me costó para que cerrara, muchos ratos de lloros preguntándome por qué me mi "amigo" me hacía ese daño. Por qué me dejaba sola y por qué se llevaba una parte de mí. Preguntándome dónde han ido a parar tantos cafés, almuerzos, charlas y confidencias. 

Un día me levanto y lo mando todo a tomar viento. Lo mando a él. No me interesa ya, me da igual lo que haga y me da igual si quiere o no llamarme, además, nos separan ya 400 kilómetros de distancia y otros cuántos más emocionales. 

Ya no lloro por él, ya me da igual lo que ha hecho con mis recuerdos, con todo lo que sabe de mí. Y sonrío. Lo dejo encerrado en una caja, sin llave, un fallo por mi parte. Pero encerrado ahí. 

Pasa el tiempo. Y nos cruzamos por mi ciudad, la que dejé para irme a otra a emprender una nueva vida. Solo bastó una mirada para que se de diera cuenta de lo valiosa e importante que es mi amistad para él. No hubo palabras, solo una mirada. Ese mismo día se suceden los whatsapp detrás de otro, desde pidiéndome perdón y otra oportunidad hasta diciéndome que me echa de menos.

Y la sangre de mi cicatriz qué. Qué pasa con ella, quién la seca de nuevo. 

No sé qué hacer porque no soy rencorosa. Me puede más el valor que tienen todos esos años de amistad con él que todo lo mal que lo he pasado por no haber sabido tratarme como merecía. 

Me creo su arrepentimiento pero me da miedo pasarlo mal de nuevo. Dudo entregarme como al principio, el temor está ahí. Y por más que me asegure que no volverá a pasar tengo mis dudas. Dudas justificadas. ¿Quién, quitando a los masoquistas, quiere pasarlo mal de nuevo? Yo lo que quiero es estar bien.

Así que aquí estoy, he comprado más vendas, más betadine por si acaso esta herida vuelve a sangrar de nuevo. Y en un post-it que he pegado en un lugar visible he escrito "una nueva oportunidad y ya está".

A ver qué pasa. 


domingo, 22 de marzo de 2015

Ego

Me estoy comiendo un muffin de chocolate, caramelo y nueces y me siento culpable. Culpable de engordar no, esto lo quemo mañana en la estática. Culpable de no haberle hecho una foto y mostrarle al mundo entero lo bueno que está y lo poco que le afecta a mi figura.

En serio. Ya. ¿A quién le importa este tipo de fotos? Pues por lo visto a mucha gente. He seguido perfiles aburridísimos dónde podía ver este tipo de fotos, de cupcakes, ensaladas varias, donuts, tartas...Perfiles que ya no sigo. Es como ver el catálogo de una pastelería.

Pero vamos, la ensalada no es solo lo que sale en la fotografía. No. Además podemos ver el bolso de marca, las gafas de marca, el móvil, el pintalabios...Y el texto en el pie de foto. De traca. Una española, de provincia escribiendo todo en inglés. Claro, porque tiene infinidad de seguidores británicos y americanos que no son capaces de leer "gafas, bolso, teléfono, pintalabios".

Luego está la típica instagramer que solo fotografía sus bolsos, zapatos y bisutería. Alguna vez un selfie sin que se le vea la cara, (supongo que la tendrá, porque cuello hay), un desayuno sin que falte en la mesa el bolso porque no nos engañemos, eso es lo más normal del mundo.

Pero no se busca normalidad en la imagen que se muestra. Para nada. Es un aumentar el ego de lo que se es, o se pretende, de lo que vale, o quisiera. Y ese ego aumenta "gracias" a los comentarios de sus seguidoras que no saben decir más que un "qué envidia me das, quiero ver tu zapatero, tienes que tener un armario impresionante..." De verdad ¿envidia? Enseñar esas fotos ¿con qué fin en concreto? Qué tienen que demostrar. 

Tengo perfil en Instagram y lo abro muy poco. A veces pasan días y semanas y no lo abro, lo hago cuando cuelgo una foto de algo bonito que he visto o que tengo, un vídeo de la ciudad en la que vivo...pero no con esa ansia de fotografiar todo lo que como o todo lo que me compro o regalan. No necesito esa aprobación de los demás. No necesito sentirme bien o importante sabiendo que habrá gente que vea esas fotos y sientan ¿envidia?

Al ver este tipo de fotos el sentimiento que me produce hacia la persona que la publica es ridiculez, me da por pensar que esa persona se siente vacía.  Siento vergüenza por ella. 

No publiqué fotos de mis regalos de Reyes Magos, ni de mi cumpleaños, ni de caprichos que me doy. No necesito ese tipo de mensajes. No necesito mostrar ese tipo de cosas. Y es muy curioso que sin poner este tipo de imágenes, en las que pongo tengo los "me gusta" que no espero ni necesito. 

Me gusta ver álbumes de fotos que tenga de todo, por supuesto zapatos bonitos y bolsos, pero también paisajes, sitios a los que visitar, alguna recomendación de un libro, de un disco, una frase inspiradora...

Variedad. 

No me siento mal por no colgar  la foto de mi muffin, os diré que no es nada del otro mundo, es una magdalena más grande de lo habitual, de chocolate, con caramelo líquido en el centro y trocitos de nueces. Estaba buenísima pero claro, eso no lo podéis ver en una foto. 

Pero si con esta descripción no es suficiente a lo mejor algún día pongo una foto o si no, en cualquier perfil seguro que la hay.




jueves, 19 de marzo de 2015

Y no pasa nada

Se me ha caducado el pan de molde. Ahora hago desayunos más saludables con avena, fruta, poca azúcar y esas cosas. 
Se me ha caducado unos yogures que tenía. Los como muy poco y al apetecerme uno estaba muy pasado de fecha y no me he fiado. 
Me da una rabia tremenda tirar la comida. Soy muy cuidadosa con las fechas, elijo las cosas para que caduquen (si tienen que hacerlo) con mucho tiempo. Pero no he tenido más remedio que deshacerme de estas cosas. No quiero encontrarme mal si las consumo.

Se me ha caducado la amistad con dos personas que creí que me daban la importancia que yo a ellas. Pero no. Hice con ellas lo que no hice con el pan y los yogures. Conservarlos. Pero es muy posible que para ellos yo sí tenía una fecha de caducidad y llegó.

Ya no duele. Al principio sí y mucho. Porque contra todo yo estaba ahí para ellos. 

Hace poco fue mi cumpleaños. Recibí muchos whatsapps y llamadas felicitándome por cumplir un año más. De ellos dos también. Y fue curioso. No es que la amistad estuviera caducada, no, es que ya daba un olor tremendo. Ese mensaje que lo lees y dices "no es necesario, no tienes que cumplir, esto no va a ningún sitio ya, ni hacia adelante ni hacia atrás", pero nos gusta quedar bien, el cumplir, aunque a mí no me dice nada. 

Tal vez la culpa de ese fin haya sido mía, tal vez no tuve que ofrecerme tanto, tal vez no tuve que preocuparme tanto por ellos, tal vez...No, la culpa no ha sido mía. 

Todo tiene un fin y no podemos hacer nada. Solo elegir mejor la fecha de los yogures, la del pan y la de los amigos. Y la verdad, ¿perder amigos? No pasa nada, es más, no lo eran. Al menos como yo lo entiendo.

Y espero que al terminar este post no se me haya puesto malo el camembert  y la copa de tinto que me estoy tomando.


lunes, 26 de enero de 2015

Intimidad

Exponer este tema me ha llevado su tiempo. Y no recuerdo si en algún otro post he hecho referencia a un tema tan importante o delicado como éste. Seguramente sí, porque en alguna ocasión, cuando accedo a alguna de mis redes sociales me he llegado a preguntar o más bien a horrorizar sobre el límite o la falta de él que tienen algunas personas sobre la tan valorada intimidad.

Entiendo por intimidad mantener la privacidad de algunos campos de la vida. Esa parcela personal de cada uno. Eso que es tuyo y de tu pareja o tu familia. La de verdad, no de los "amigos" de las redes sociales.

Soy aficionada a YouTube. Sigo canales de diversos temas. Entre ellos, sigo a chicas españolas pero también a británicas y francesas. Me gusta la estética de estos dos últimos y me sirve para acostumbrarme al idioma.

Empezaron teniendo un canal de maquillaje y con el tiempo se abrieron otros mostrando lo que hacen en el día a día. Nos enseñan lo que comen (ya os digo yo que nada del otro mundo), dónde van, lo que compran, con quien salen, y nos muestran hasta su casa, sí, ¡su casa! dónde duermen, dónde ven la tele, dónde cocinan...El argumento no es otro que las peticiones de los suscriptores que quieren saber más y más de ellos. Se muestran recién despiertos, cuando van a la ducha, en pijama, y si tienen hijos pequeños, salen también. He visto vídeos tan personales, tan de una pareja, de una familia que me pregunto hasta dónde llega el afán de querer compartirlo todo. Compartirlo ¿Con quién? ¿Con seguidores? ¿Alguien ha pensado si a ese bebé le gusta que su madre comparta sus cosas de bebé con millones de personas? Me asusta la idea. 

Creo que no somos conscientes del todo de quién puede estar detrás de una pantalla.

He vivido embarazos de chicas ecografía a ecografía como si fuera mi propia hermana, he visto fotos de resultados médicos. He leído auténticas retransmisiones de partos, he visto fotos de habitaciones de hospitales de la futura mamá, los regalitos para el bebé, su habitación, su fiesta de llegada, su bautizo e infinidad de fotos de la criatura, en el baño, comiendo, durmiendo, paseando...

Cuando ese bebé tenga consciencia de que su vida, desde que era un feto, ha estado plasmada en una red social, ¿Qué ocurrirá? ¿Se sentirá mal? ¿Observado? Y es más, a esos padres ¿no les da miedo que cualquier persona tenga acceso a la foto de su hijo? 

Lo mejor de todo es que a veces el comentario más utilizado en el pie de foto es "como muchas me habéis pedido, aquí os enseño..." Y porque alguien te pide algo privado ¿lo muestras? Y dicen que es por contentar a unos seguidores que están con ella desde el principio. ¿En serio?

Yo sí he publicado en alguna red alguna foto mía, pero las privadas, las de mi vida personal esas son para mi álbum. Para mí. 

La intimidad ¿Se está perdiendo? ¿Hay freno? ¿Todo se puede publicar? ¿No nos basta con nuestra vida, que tenemos que saber de las demás? ¿Quién protege a los menores en este caso? 




miércoles, 21 de enero de 2015

Cambios

"Los cambios son siempre buenos", me dijo un día un amigo cuando le conté que me marchaba de mi ciudad y daba comienzo mi vida en otra nueva. No estoy muy lejos de mi casa, solo a 4 horas de coche pero dejar la casa de uno cuesta. Y cuando me refiero a la casa no hablo de 4 paredes y un techo. No. Hablo de dejar a mi familia y amigos...

Vivo con mi marido en Granada porque tenemos trabajo aquí los dos y estamos muy ilusionados. Primero porque  me gusta mucho y segundo porque el motivo es laboral.  Trabajo de lo que me gusta, mi profesión. Estoy estrenando casa, calles, costumbres, lugares, caras nuevas y eso es muy emocionante.

Dejé Huelva y su sol, su alegría, su gente. Me despedí de las calles por las que me gusta pasear, de las cafeterías dónde me gusta desayunar, de las tiendas dónde me gusta comprar...Pero volver tengo que volver. ¿Cuándo? Ni idea. Pero aquí está mi casa. 

Mi amigo tiene razón, los cambios son buenos. Y no solo de casa, si cambias de amigos porque los que tienes te defraudan eso ganas, te toca encontrar otros nuevos. Si cambias de pareja tienes la oportunidad de recibir amor de otra persona, de descubrir otros gustos y aficiones, de ser feliz. Si tu cambio es laboral tienes la oportunidad de seguir creciendo laboralmente. 

Llevo solo casi 3 meses aquí y estoy encantada. Estoy adaptándome a un nuevo clima, más frío, a no encontrarme a nadie por la calle, a pillarle el ritmo. A disfrutar sobre todo de los pequeños momentos. No sabemos dónde vamos a estar mañana, por eso este cambio lo estoy exprimiendo a tope, viviéndolo intensamente. Si tuviera que volver a Huelva, no pasa nada. Esto no me lo quita nadie. 

Recomiendo tener al menos en la vida un cambio así, para descubrir no solo otra ciudad, sino para saber quién realmente te echa de menos y quien no.

Pero este tema ya lo "desgranaré" en otro post...

Hoy toca sonreír.   


lunes, 12 de enero de 2015

2014

Retomo mi blog haciendo una recopilación de cosas que destaco del año que se fue. 2014 me dejó muchas cosas. Afronto el año que hemos empezado hace 12 días con ganas e ilusión. Sabiendo que vendrás cosas de todos las clases y colores. 

2014 fue así. 

Se fue para siempre mi abuela. Rodeada de todos nosotros. Se fue feliz.
He llorado.
Pero he reído mucho más.
He quedado con amigas que después me han decepcionado mucho.
He conocido a gente estupenda.
He estado por la noche en la playa contemplando el mar y el cielo estrellado.
He salido con Fendi de excursiones.
He hecho muchas fotos. Infinidad de ellas.
He vivido una romería del Rocío maravillosa.
Y he acompañado a mi Señor Nazareno en procesión por las calles de Huelva.
He ido mucho a Sevilla.
He empezado a estudiar italiano.   
Y he retomado el inglés y el fránces.                                                                                                            
Me he aficionado a grabar y editar vídeos que algún día subiré a mi canal de YouTube.
Decidí sufrir lo justo por gente que no me aporta lo mismo que yo doy.
He recuperado amistades que jamás pensé que lo haría. 
He pasado momentos muy divertidos con mi sobrino.                                                                       
He aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas. Son las que en realidad importan.
Celebré mi cumpleaños como si fuera el último.
Todos los meses me he dado un capricho bajo el lema "porque yo lo valgo".
Incluí el hummus y el sushi  como cosas ricas que me gustan mucho. 

Y...

He cambiado de vida. Vivo desde hace casi tres meses en Granada. Y me gusta.