jueves, 24 de julio de 2014

Cabeza y corazón

Una de las claves para tener una relación de pareja es tener conectada la cabeza con el corazón. Esto y otras cosas, pero si la conexión entre estas dos partes importantes de nuestro cuerpo falla lo demás no sale bien. El corazón siente y el cerebro decide. 

La de veces que habremos estado en una tienda de ropa y nos hemos dejado llevar por el corazón al comprarnos esa prenda que no necesitamos pero es tan bonita. Alguna vez hemos escrito una carta con el corazón sin pensar en las consecuencias. O nos hemos declarado a alguien sin poner ni una pizca de cabeza, solo corazón, puro y duro. 

Pero qué ocurre cuando estás con alguien pero tienes en la mente a otra persona. Hablaba de esto con una amiga. Mi amiga pensaba que si tienes a alguien metido en la cabeza es muy difícil mantener una relación con otra persona, porque cualquier cosa te recordará a "la otra". Qué complicados somos. 

Qué es más fuerte, la cabeza o el corazón. Qué es más importante dentro de una relación el corazón con el que se ama y se siente o la cabeza con la que se piensa y se recuerda. A qué le damos más valor, a un sentimiento que sale del corazón o a un pensamiento que permanece. Qué es más fácil de controlar, un latido o una imagen guardada en nuestra memoria. 

¿Es posible tener una relación sin que no exista esa conexión? ¿Se puede ser feliz? Nunca he estado en esa situación, cuando he empezado una relación siempre he tenido conectados estos dos órganos. Son importantes los dos, si acaso la mente algo más porque un pensamiento, un recuerdo hace que se produzcan esos latidos, esa aceleración del pulso. En el caso contrario me halagaría más que alguien me dijera que me tiene constantemente en su cabeza porque a veces es quien manda sobre el corazón.

El cuerpo humano es un máquina casi perfecta, somos nosotros los que nos empeñamos en ponerlo a prueba.

Una faena.

jueves, 17 de julio de 2014

Lastres

Hoy he tomado la decisión de tirar las cosas que no uso desde hace tiempo. Esos objetos que una vez tuve, los usé, pero que ya no les doy utilidad y lo único que hacen es ocupar espacio. Y como soy una sentimental para todo, cogí dos bolsas. Una para las cosas que quise tirar definitivamente y la otra para el "por si acaso" luego las echaba de menos.

Qué cantidad de cosas tenía acumuladas. ¿En serio necesitaba todo eso? La bolsa destinada a deshacerme de las cosas se iba llenando sin pensar mucho en lo que depositaba ahí, la otra, tenía menos cosas pero me costaba no ponerlas ahí.

Una vez que tiré la bolsa de deshechos inútiles me sentí menos pesada, pero me quedaba la otra. La de los por si acaso en unos días los echaba de menos.

Pero son cosas. Cosas que no hablan, que no respiran, que no se mueven... Cosas que sí me gustaron en su momento pero dejaron de hacerlo sin más.

Es mucho más difícil llenar esas bolsas de personas. Para las personas tengo tres bolsas. Una para las que no quiero que jamás se vayan de mi lado. Otra para las que quise lo primero pero que por razones han querido salir de ahí y ocupan las del por si acaso y la tercera es para las que jamás quiero que vuelvan. 

En la del por si acaso hay personas a las que quiero, me han hecho feliz, que han estado conmigo durante bastante tiempo y que por alguna razón se han alejado, pero siguen estando ahí. 

De la bolsa del por si acaso, voy a intentar rescatar a una persona que quiere retomar conmigo de nuevo la amistad de años que tuvimos. Hemos quedado para hablar y para intentar arreglar nuestra relación. Sé que va a salir bien. 

¿No debemos dar segundas oportunidades a una relación de amistad que se rompió durante unos meses? Los años de feeling, de contar el uno con el otro, de escucharnos, de llorar juntos y reírnos hasta dolernos la cara ¿tienen el peso suficiente para arreglar la grieta que nos separó? Creo que sí y por eso existe esa bolsa. Porque no hay que darlo todo por perdido cuando alguien te importa de verdad. 

Eso sí, hay personas en el saco del por si acaso que pronto, muy pronto, irán al contenedor definitivo y pasarán al olvido.

¿Está mal tratar a algunas personas como simples objetos? Tenía muchas ganas de quitarme ese lastre de encima, limpiar el alma de personas que solo ocupan espacio sin aportar nada más. 

Quitarse lastres y andar más ligera. A fin de cuentas vamos comprando cosas nuevas y conociendo gente nueva, que se quedarán o no. De eso trata el mundo de las relaciones y yo, ya tengo preparados tres recipientes nuevos. 

jueves, 3 de julio de 2014

Pobres niñas

Ya han pasado unas semanas de la proclamación del nuevo Rey y he esperado el tiempo prudencial para escribir sobre un comentario sobrecogedor. 

He leído en blogs opiniones sobre la nueva Reina y he escuchado comentarios ridículos y absurdos. Observaciones también de gente de a pie. Uno de ellos fue "pobrecitas las niñas". Al principio me chocó mucho ese comentario que también lo ha hecho alguna que otra periodista. Mi primera reacción, la que sale sola sin pensar mucho es "¿pobres esas niñas?, pobres los niños que no tienen para comer, que no tienen posibilidad de ir al colegio, que no saben lo que son unas vacaciones en la playa..." Esas "pobres niñas" tienen una vida cómoda asegurada, buenos médicos, saben que mañana van a comer, que en verano se van de vacaciones y lo que para nosotros es un problema, para ellas ya se lo dan resuelto. 

Esta es la primera contestación sin mirar la otra cara de la moneda. Pero pensándolo mejor, decir "pobres niñas" es quedarse bastante corto. Pobres porque han nacido con un destino impuesto, o al menos con un camino que hay que seguir, serán observadas, cuestionadas, criticadas, y pobres si sacan los pies del plato...

Hablaban de Leonor, de la Princesa de Asturias y de la preparación que ya está recibiendo. Una educación como la que su padre recibió, militar también, por supuesto, le guste o no. Tanto ella como su hermana aguantaron toda la jornada de proclamación como verdaderas adultas. Están educadas así, para eso.

Todo esto me llevaba a pensar en el destino de cada persona. Nacemos con un destino se supone mejor o peor escrito, pero esta niña ¿lo tiene impuesto? Sí. Su educación es diferente al resto de niños de su edad, observada, mirada, estudiada, cuestionada...¿alguien envidia ser reina de España? ¿Princesa? Yo, sinceramente, no. Tengo mi trabajo, estudié lo que quise, elegí a mis amigos y a mi pareja, entro y salgo sin darle cuentas a nadie, voy de compras, como donde quiero. No estoy sujeta a una agenda ni tengo que avisar de dónde o con quien voy.

Si Leonor decidiera renunciar a la corona porque no quiere esa responsabilidad y la cambia por su libertad, la que se liaría. Es más, pienso que desde ya le estarán inculcando que eso no puede ser. Que nació para ser reina porque es hija de reyes y que ha estado preparándose para eso durante toda la vida. 

Ser reina no es una lotería, es un papelón. Y yo también soy reina. Lo soy de mi casa, de mi vida, de mi destino.

Y ahora, después de varios días, tengo que darle la razón a esa señora que comentaba "pobrecitas niñas".