lunes, 25 de febrero de 2013

Sentidos

Cuando me casé, la florista que me hizo el ramo de novia me regaló otro porque, según me dijo, era muy agradable vestirse de novia oliendo a flores frescas. Y tuvo razón. No es que me descubriera el mundo de los sentidos, pero a partir de ese momento le presto mucha más atención a los recuerdos y sensaciones que un olor puede darme. 

Hay olores que me transportan a una época, a un año, a una sensación agradable o desagradable. Y eso mismo me pasa cuando miro una fotografía de una comida, una bebida, una ciudad...Ahora las fotos tienen además olores. Nunca antes había reparado en lo bien que huele una panadería desde que por primera vez estuve en París y entré en una. Ese olor a croissant recién hecho, a pan. Y mirando mis fotos de mi luna de miel algunas tienen ese olor. A veces para desayunar me preparo el desayuno que tomábamos en París y qué recuerdos ¿tendré alma de parisina? 

Olores que me evocan recuerdos importantes como el algodón de azúcar, las palomitas, el chocolate de determinado sitio, la paella de Valencia que aparte de buena olía mmmmmm...

He aprendido a disfrutar del olor, a asociarlo con un momento que no quiero olvidar. Tengo una nueva costumbre-manía, y no es otra que ducharme los fines de semana con un gel de un olor rico y diferente al del resto de la semana, ¿tontería? No lo se, pero es abrir el bote del gel, olerlo y pensar en el fin de semana. Olores como a fresa, melocotón, cítricos...

El olor del metro no es agradable, para nada, pero a mí me trae muy buenos recuerdos. Hay librerías que huelen genial y entro solo para oler, el olor de una sala de cine que te invita a que te sientes en una de las butacas, el olor de un museo hace que el arte lo veas de otra manera, el olor de una velas de una cena especial...

Por cierto, hace unos día volví a abrir una caja de ceras Manley y sin pensarlo me vi en mi mesa de 6º de E.G.B. haciendo un mural...

Es o no es bonito. 

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