miércoles, 21 de enero de 2015

Cambios

"Los cambios son siempre buenos", me dijo un día un amigo cuando le conté que me marchaba de mi ciudad y daba comienzo mi vida en otra nueva. No estoy muy lejos de mi casa, solo a 4 horas de coche pero dejar la casa de uno cuesta. Y cuando me refiero a la casa no hablo de 4 paredes y un techo. No. Hablo de dejar a mi familia y amigos...

Vivo con mi marido en Granada porque tenemos trabajo aquí los dos y estamos muy ilusionados. Primero porque  me gusta mucho y segundo porque el motivo es laboral.  Trabajo de lo que me gusta, mi profesión. Estoy estrenando casa, calles, costumbres, lugares, caras nuevas y eso es muy emocionante.

Dejé Huelva y su sol, su alegría, su gente. Me despedí de las calles por las que me gusta pasear, de las cafeterías dónde me gusta desayunar, de las tiendas dónde me gusta comprar...Pero volver tengo que volver. ¿Cuándo? Ni idea. Pero aquí está mi casa. 

Mi amigo tiene razón, los cambios son buenos. Y no solo de casa, si cambias de amigos porque los que tienes te defraudan eso ganas, te toca encontrar otros nuevos. Si cambias de pareja tienes la oportunidad de recibir amor de otra persona, de descubrir otros gustos y aficiones, de ser feliz. Si tu cambio es laboral tienes la oportunidad de seguir creciendo laboralmente. 

Llevo solo casi 3 meses aquí y estoy encantada. Estoy adaptándome a un nuevo clima, más frío, a no encontrarme a nadie por la calle, a pillarle el ritmo. A disfrutar sobre todo de los pequeños momentos. No sabemos dónde vamos a estar mañana, por eso este cambio lo estoy exprimiendo a tope, viviéndolo intensamente. Si tuviera que volver a Huelva, no pasa nada. Esto no me lo quita nadie. 

Recomiendo tener al menos en la vida un cambio así, para descubrir no solo otra ciudad, sino para saber quién realmente te echa de menos y quien no.

Pero este tema ya lo "desgranaré" en otro post...

Hoy toca sonreír.   


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