jueves, 20 de octubre de 2016

Todo comenzó en una estación de autobús.

Doce horas de viaje en un autobús que me llevaba a Valencia. El viaje era por la noche. Parábamos por muchos pueblos. Se subía gente al autobús, se bajaban, se sentaban a mi lado, se iban, llegaban otros viajeros...

Podría haber cogido el tren pero no había billetes para ese día. Y es que debía ser ese día. Me preguntaste si me importaba estar toda la noche viajando en un autobús para estar contigo dos días en la tierra de las flores, de la luz y del amor. Dije que me subía a ese autobús con mis ilusiones, mis ganas y mis nervios.

No nos habíamos visto antes. Porque una foto no hace justicia. Una foto no transmite olor, el sabor de unos besos. 

Iba nerviosa todo el camino. Dormí muy poco. Amanecía y entrábamos en Valencia. Por megafonía nos avisaron que en breves minutos llegaríamos a la estación de autobús. Y allí estabas. Dando vueltas quizá igual de nervioso que yo. Yo me tranquilicé. Me gustaste todavía más. Por fin. Por fin saliste de mi pantalla de ordenador y eras una realidad. 

Bajé del autobús. Nos dijimos "hola" y nos besamos. Un beso corto, con su justa presión en los labios y cuando los separamos nos reímos nerviosos. 

De la mano, anduvimos por Valencia, nos contamos cómo estábamos, lo que nos gustamos en persona, lo que nos extrañamos cuando nos despedimos...

Te decía adiós mientras el tren se alejaba pero supe que ahí comenzaba nuestra historia de amor. 

Me fui ilusionada, pensando en el futuro contigo, en lo que pasaría mañana.

Llamadas de teléfono, mensajes, regalos, un viaje a Sevilla, una escapada a Cádiz, un tira y un afloja...y se terminó todo.

Tú por tu camino que no te gustaba. Yo haciendo uno nuevo lleno de ganas de vivir cosas nuevas.

Pero fue una historia con tanta pasión, con tanto amor, con tanta admiración que la volvería a repetir contigo una y mil veces más. Aún sabiendo el triste y dramático final que tiene.

Esa estación de autobús de Valencia que tanto podría contar de nosotros.

Tantas historias parecidas a la nuestra y ninguna como la de nosotros...

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