viernes, 10 de marzo de 2017

Regalo de cumpleaños.

El día antes de mi cumpleaños recibí un mensaje en mi móvil que me gustó. Me sorprendió también porque no me lo esperaba. Ese día había recibido algunos mensajes de personas que querían felicitarme con antelación o que pensaban que cumplía años el día 3 y no el 4. 

Pero este mensaje me gustó especialmente por lo que decía. En sus líneas resaltaban las palabras perdón, feliz cumpleaños, te quiero mucho y te echo de menos.

La persona que me lo enviaba consiguió dos cosas. Una, sorprenderme para bien y la otra hacerme llorar.

Un año después, un amigo mío, de los de verdad, de los que yo consideraba como de mi familia, volvía a mi vida tras tener una discusión enorme y aprovechaba la fecha de mi cumpleaños para felicitarme, pedirme perdón por todo aquello feo que nos dijimos, para decirme que se alegra de que sea feliz y como me echa de menos se da cuenta de que me quiere mucho.

Son 16 años de amistad y compartimos muchas cosas bonitas, alegres y tristes. Compartimos mejoras laborales y fracasos sentimentales. Somos muy diferentes y muy iguales a la vez. Sabemos que chocamos, sabemos que no pensamos lo mismo de muchos temas e incluso se puede llegar a pensar que somos incompatibles. Y tal vez lo seamos, pero nos necesitamos porque conocemos la vida una del otro perfectamente.

Y a mí me da mucha pena perder una amistad de tantos años, te tanto tiempo, de tanto compartido. 

Acepté su perdón, acepté mantener una conversación y hablamos como si no hubiera pasado nada entre nosotros. 

Hablamos durante dos horas. Los primeros 15 minutos fueron para recordar todo aquello que nos dijimos y que nos dañó tanto. Luego vino el pedir perdón, darlo y el resto de la charla versó sobre cómo estamos actualmente, lo felices que somos y las ganas que tenemos de vernos.

Estoy feliz y triste a la vez. Feliz porque he recuperado una amistad que fue muy importante para mí. La tristeza viene porque nos dijimos cosas desagradables y no me gusta. Pero somos humanos y nos equivocamos. Y somos humanos para aceptar los errores, disculparnos y seguir. 

Hay amistades que se pierden por diversos motivos. Si es una amistad verdadera, si es alguien que tiene que estar en tu vida, va a volver. De alguna forma el destino se encarga de traerte a quien debe estar a tu lado. Lo mismo que te quita de tu lado a esas personas que no te hacen bien.

Agradezco al destino, a esa fuerza que hay en algún sitio que me haya devuelto esta amistad tan importante para mí.

Ahora toca seguir construyendo momentos...

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